Orientación psicológica
En este apartado queremos dar algunas pautas que la psicología de la Baja Visión entiende como beneficiosas para el abordaje satisfactorio del déficit visual y sus consecuencias.
Situación personal
Algunos factores de variabilidad
Proceso dinámico de adaptación
Conclusiones y reflexión
1. SITUACIÓN PERSONAL:
Una pérdida de visión importante o severa, ya sea paulatina o de forma abrupta, con el resultado de baja visión es vivido como una experiencia de intenso estrés. Esto es debido a las repercusiones que ésta produce en los diversos ámbitos de la vida del paciente: relaciones socio familiares, estudios o trabajo, autonomía personal, acceso al ocio, a la información, a la cultura, etc.
La necesidad de adaptación a la nueva situación personal y al entorno, unido a posibles pronósticos inciertos puede provocar actitudes de rechazo y negación, así como estados emocionales negativos como nerviosismo, desamparo, tristeza, etc.
2. ALGUNOS FACTORES DE VARIABILIDAD:
·Edad: La coincidencia con otros déficits de salud son aspectos a tener en cuenta para una buena adaptación.
·Resto visual: Dependiendo de la visión que tengamos y de su optimización con ayudas ópticas, técnicas o electrónicas.
·Modo de la pérdida: Si ésta es abrupta por accidente, desprendimientos u otros motivos es muy probable una desorientación o bloqueo emocional en el inicio. Si por otro lado se da una pérdida progresiva más o menos escalonada, se puede dar una cierta acomodación favorable. Es el caso de glaucomas, degeneraciones maculares y otras.
·Círculo sociofamiliar: Un buen apoyo de familiares y amigos facilitarán la adaptación. Aún contando con ello, es necesario estar atento, optando siempre por el apoyo instrumental y emocional y nunca por la sobreprotección o hacer las cosas por nuestro familiar o amigo, pensando siempre en promover la autonomía personal.
·Entorno sociodemográfico: las facilidades o dificultades que el entorno, urbano o rural, influye también en nuestro ajuste emocional.
3. PROCESO DINÁMICO DE ADAPTACIÓN:
La reducción de nustra capacidad visual, dependiendo del grado, conlleva dificultades o limitaciones en el desempeño de nuestras
actividades diarias. Esto nos requiere una adaptación, y será una actitud adaptativa la que siempre nos hará posible llevar adelante
nuestros deseos e intereses ante los cambios inevitables que cualquier persona pasará durante su vida.
Este proceso adaptativo decimos que es dinámico porque se da en los tres ámbitos psicológicos de la persona: nuestros pensamientos y creencias, nuestras emociones y sentimientos y por último, en nuestras conductas y acciones.
En esta dirección apuntamos algunos pasos y objetivos que se pasarán para obtener un buen ajuste psicológico a una situación de Baja Visión:
·Tras un inicial bloqueo o desorientación, con pensamientos negativos y de rechazo ante la baja visión, comenzamos a pensar que la nueva situación no nos anula ni impide vivir satisfactoriamente.
·Comenzamos y practicamos el no estar centrados en las limitaciones y ponemos nuestra atención en las posibilidades que siempre hay al lado.
·Cuando empezamos a cambiar el foco de las limitaciones a las posibilidades u oportunidades, de forma paralela estamos reduciendo los síntomas de malestar emocional como ansiedad o depresión.
Tomamos la pérdida de visión como algo que puede ocurrir. Esta frase nos habla de una clave: Aceptar. Aceptar nuestra pérdida visual nos dispone a afrontarlo proactivamente. Si bien no podemos cambiar nuestro déficit visual, sí podemos cambiar y optimizar la forma de vivirlo.
·EMOCIONES
·La reducción de respuestas ante el estrés de nerviosismo, preocupación excesiva, rabia, etc.
·A su vez el relajamiento emocional nos permite sentirnos abiertos, creativos y dispuestos a generar recursos propios como motivación y acceder a recursos externos como ayudas ópticas, electrónicas o tecnológicas.
CONDUCTA Y ACCIÓN:
A medida que nuestros pensamientos se tornan más racionales y positivos y nuestras emociones no nos limitan tanto:
·Dejamos algunas actividades y nos orientamos hacia otras igualmente estimulantes para nosotros. Tal vez sea difícil o peligroso ir en bici y descubro en encanto de caminar.
·Algunas de mis actividades las continúo haciendo de otra manera. Es posible que ya no pueda leer la pequeña letra de los libros con gafas tradicionales pero el uso de ayudas ópticas y electrónicas me lo soluciona.
·Cuando me siento predispuesto a usar ayudas ópticas aplicadas en cualquiera de los ámbitos de mi vida diaria optimizo mis posibilidades visuales con estos recursos y abro puertas y creo nuevas oportunidades.
·La comunicación, el compartir mis necesidades así como deseos o inquietudes con los demás ayuda a normalizar lo que nos parece difícil en un inicio.
·Paso a paso, pensando en más en cada paso y no en resultados finales, vamos integrando cambios en nuestro día a día, en el desplazamiento, en la interacción social, en el desempeño laboral, en las tareas domésticas, etc., de manera que nuestra baja visión se convierte en una circunstancia o característica más de nuestra persona.
4. CONCLUSIONES Y REFLEXIÓN:
En definitiva, no podemos negar las dificultades que conlleva afrontar la baja visión de forma repentina. Como cualquier otro fuerte cambio no deseado, nos requiere un esfuerzo adaptativo personal. Desde el punto de vista psicológico esto se refleja en un tránsito o proceso más corto o largo según personas, casos y situaciones. Las habilidades o competencias de cada persona unida a la atención psicológica nos hará transcurrir con éxito por unas etapas tras la pérdida visual: Desorientación o bloqueo emocional, posible duelo o depresión, proceso de adaptación y por último normalización en la vida diaria.
Y señalamos para acabar tres cambios generales que se van dando:
1. De la pérdida o daño al reto.
2. De la posible dependencia a la autonomía
personal.
3. De las limitaciones a las posibilidades.
Félix Yagüe. Psicólogo.